Desde mi Trinchera
Diego Victorio
El Triunvirato, los grandes perdedores
Se asumían una fortaleza. Un grupo compacto que, en la narrativa se le asociaba con el control de los programas oficiales y el crecimiento electoral que pudiera darles el uso de esa ayuda gubernamental.
El Triunvirato, en el papel asustaba a propios y extraños, por su directa asociación con un ejército territorial: los servidores de la nación.
Inclusive, intramuros, alardeaban de que la elección de 2021 sería el trampolín de su líder José Antonio Castillejos que, hasta antes del seis de junio, veía una rendija para filtrarse a la candidatura de Morena a la gubernatura, en 2024.
Sin embargo, las decisiones cupulares y la ausencia de tacto en el terreno electoral redujeron a nada aquella expectativa que los infló desproporcionadamente, hablando política y electoralmente.
Es cierto, continuarán, uno controlando la estructura de servidores de la nación y la distribución de la ayuda social, y, el otro, administrando las prerrogativas de las siglas guinda, posiciones que les da estatus y herramientas para ser tomados en cuenta en el proceso sucesorio de 2024.
En el lenguaje de Pitágoras, el Triunvirato se vio avasallado por el grupo político que tomó el control de Morena, esa poderosa cofradía que despachaba en el war room de Penipak y “El Chipilín”.
Ciro, Tony y su Triunvirato, fueron, en el proceso intermedio, una especie de empleados de quienes tomaban las decisiones en Penipak y “El Chipilín”.
Los cuartos administrativos donde operaba Sales y Castillejos, Las Águilas y Berriozábal, tomaron la forma de “Lobby”, pues, ahí, se concentraron los grupos de presión del ala radical guinda que, al final quedaron con las manos vacías, sin candidatura.
Lo que confirma que, desde antes del saque estaban en condiciones opuestas a lo que, en teoría, se suponía serían.
El proceso intermedio exhibió las carencias de José Antonio Aguilar Castillejos y Ciro Sales Ruíz, que los dibujó como obedientes burócratas, pero pésimos en la operación política.
Un escenario que refleja la lentitud de José Antonio y Ciro en el desenvolvimiento electoral, fue haber perdido los municipios de donde son originarios y que anhelan gobernar, desde hace varios lustros.
Cuotas que cuidaron celosamente en las mesas de negociaciones, pero que perdieron estrepitosamente en las urnas.
Aguilar Castillejos, por tercera ocasión, peleó como búfalo la posición de Nemesio Hernández Rodríguez, su candidato a la alcaldía de Ixtapa, tierra que vio nacer a Castillejos.
El domingo seis de junio, Nemesio y su coach José Antonio, sufrieron la humillación electoral más grande de su vida.
El verde ecologista Armando Bautista y su estratega Roberto Jordán Aguilar Pavón, arrasaron por diferencia de tres a uno sobre Morena.
La derrota más dolorosa que ha vivido el otrora “súper” delegado. Por el mensaje intrínseco que envía a sus jefes de la Ciudad de México.
En paralelo, en la Costa, Escuintla, Ciro Sales Ruiz, truqueó las presuntas encuestas para cucharearlas a favor de su pupilo Arturo Tavernier Hernández, quien a la postre fue el candidato de Morena.
El día D, el magnánimo dirigente estatal de Morena Ciro Sales, que nombró coordinador de campaña a su hermano Rosendo y estructuró con familiares la planilla de su vástago putativo, fue vapuleado por el candidato del Partido Verde, Ángel Méndez “Cochita”.
Relevándose hasta el cuarto lugar, por debajo, incluso, del candidato del Partido Popular Chiapaneco, Manuel Marroquín.
Dos derrotas que, proyectan la debilidad natural de los dos personajes que, hasta antes del proceso electoral intermedio, vendían fortalezas que jamás han poseído.
Morena, celebra ser la primera fuerza. Hay cerca de 700 mil votos en la buchaca.
Empero, como lo adelanté en mi columna de 8 de junio, los grandes ganadores están descorchando el champán en otras sedes.
Mientras los grandes perdedores se secan las lágrimas en Ixtapa y Escuintla, donde el tiempo y la historia los regresó al lugar que les corresponde. Al Tiempo. HASTA PRONTO.
