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Mario Caballero

Seguridad en las elecciones: El Reto

Por desgracia, hay cosas que no cambian en nuestro país. Como los asesinatos políticos en tiempos electorales.

Recuerdo que semanas antes de que se celebraran las votaciones de 2018, leí un artículo de Eduardo Guerrero en El Financiero en el que anunciaba al seguro ganador de los comicios. Lo extraño es que el experto en temas de seguridad no se refería a la elección presidencial. Tampoco hacía proyecciones con los datos que arrojaban las encuestas. Hablaba de los grupos criminales que, sin aparecer en las boletas formalmente, estaban decidiendo la elección.

“Podemos estar seguros de que ganarán los criminales. Ganarán porque están eliminando a sus enemigos y porque han sometido a quienes ocuparán puestos en las alcaldías que son vitales para sus intereses”, afirmaba. Y no se equivocó.

De acuerdo con el indicador de violencia política México 2018, de la consultora privada Etellekt, durante esas votaciones se registraron más de 400 agresiones a políticos y candidatos desde septiembre de 2017 hasta el uno de julio de 2018.

Se trataron de 112 asesinatos, de los cuales 28 eran precandidatos y 14 más candidatos a puestos de elección popular. El resto de esos delitos correspondía a alcaldes, exalcaldes, regidores, militantes, dirigentes de partido, exregidores, diputados, síndicos y exsíndicos.

Por si fuera poco, otros 127 políticos recibieron amenazas o actos de intimidación. 73 de ellos eran candidatos y 16 precandidatos.

2021

Tres años más tarde, Eduardo Guerrero volvió a señalar al elefante en la sala. Esta vez el título de su artículo fue “El disparo de la violencia político-electoral”. Si antes atribuía parte de la responsabilidad de la escala de delitos a la mala estrategia en el combate al crimen organizado del gobierno de Enrique Peña Nieto, ahora señalaba a “los abrazos y no balazos” del presidente López Obrador.

La elocuencia con que exponía la situación de los comicios de 2021, y de su análisis, es difícil de transmitir. Por lo que lo cito para no deformarlo:

“En días pasados, durante una sesión matutina con AMLO, la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, habló con cierto detalle sobre un gran desafío que enfrenta hoy el Estado mexicano: evitar en los próximos meses que las organizaciones criminales, cada vez más agresivas y extensas, se despachen con la cuchara grande en la jornada del 6 de junio, y se lleven una gruesa tajada de las mil 926 alcaldías que estarán en disputa.

“Uno de los instrumentos par excellence que utiliza el crimen organizado de gran escala para imponer candidatos o cooptar a los que ya fueron postulados consiste en el uso selectivo de la violencia, ya sea para eliminar o para intimidar a candidatos incómodos. De acuerdo con la secretaria Rodríguez, el «partido de la delincuencia organizada» y sus cómplices «de cuello blanco» son la amenaza que debemos enfrentar. Sin embargo, lejos de integrarse a un partido o confederación única, como pareciera sugerir la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, decenas de organizaciones criminales con ambiciones políticas a nivel local están buscando que cualquier partido, sea de carácter local o nacional, postule a los candidatos de su preferencia. De modo que ningún partido o equipo de campaña estará a salvo en las siguientes semanas de que el recadero de algún capo o banda criminal toque a su puerta para solicitarle, por las buenas o por las malas, que postule a uno o varios de sus candidatos favoritos.

“El involucramiento del crimen organizado en las contiendas electorales no es algo nuevo, pero por las cifras de incidentes violentos que empiezan a figurar, y que obedecen claramente a una lógica político-electoral, la participación del crimen en las próximas elecciones será de una magnitud nunca antes vista”.

Y no volvió a equivocarse, salvo que ese proceso electoral no fue el que acabó con el mayor número de homicidios desde 2000, sino el segundo, por debajo por muy poco de la elección de 2018.

Según la consultora Etellekt, esa jornada electoral dejó 102 políticos asesinados, de los cuales 36 eran aspirantes y candidatos.

2024

A pesar de las duras experiencias que nos dejaron esas elecciones, nada se ha hecho por revertir la situación en los procesos electorales. Por lo contrario, de acuerdo con los pronósticos de diversos expertos en seguridad, basados en los altos índices delictivos actuales, los atentados contra políticos y los participantes, así como los homicidios, podrían ser mayores que en el pasado.

Al proceso en marcha le faltan más de dos meses y medio, pero desde que iniciaron las precampañas en noviembre de 2023 y hasta el 14 de marzo, van 43 políticos asesinados. A estos se suman 18 atentados, 43 casos de amenazas y cinco secuestros de personas relacionadas con actividades político-electorales. Por eso le decía que hay cosas que no cambian en nuestro país.

El último homicidio se trata del político chiapaneco Diego Pérez, quien era candidato del PRI a la presidencia municipal de San Juan Cancuc.

¿QUÉ HACER?

Para tratar de responder esa pregunta, recojo el planteamiento que Eduardo Guerrero hizo en el segundo artículo mencionado:

“Para no dar palos de ciego y proteger a los candidatos que en verdad están en peligro, además de impedir que compitan quienes han sido cooptados por la delincuencia, debe realizarse un mapeo detallado de los riesgos. El crimen organizado necesita controlar a las autoridades en los territorios donde tiene operaciones más visibles, que involucran o afectan a sectores amplios de la población. Por ejemplo, en zonas de cultivos ilícitos o en donde operan los mercados de cobro de cuota importantes. Ahí resultaría imperdonable no actuar”.

Imposible saber hasta qué punto estaría dispuesto el presidente a actuar, ya que eso implicaría dar un paso al lado en su estrategia de los abrazos a los grupos criminales, pero la propuesta de Eduardo Guerrero debería ser tomada en consideración. Pues también sería imperdonable que las elecciones más grandes de la historia de México sean al mismo tiempo un baño de sangre y plomo.

LA PROPUESTA DE WILLY

Me gusta cómo va caminando Willy Ochoa rumbo al Senado de la República. A pesar del trago amargo que sufrió al inicio de su campaña, sigue recorriendo los municipios y las colonias con alegría, con entusiasmo, llevando como su principal propuesta la consecución de la paz y la tranquilidad para Chiapas.

En esta nueva campaña, Willy está buscando ganarse la confianza de los electores pero no con campañas negativas en contra del gobierno. No es el típico criticón de temporada, sino está dando muestra de ser un político de oficio. Es decir, señala lo que considera que está mal y reconoce lo que el gobierno de la Cuarta Transformación ha logrado en beneficio de la sociedad. Como la implementación de importantes apoyos sociales.

Sin duda, la ruta de Willy Ochoa no será fácil; sin embargo, ya comienzan a verse las miles de personas que simpatizan con su proyecto al Senado. Son hombres y mujeres conscientes de que se necesita reforzar la seguridad en el estado, recuperar la tranquilidad de muchos municipios, sobre todo en la Sierra Mariscal, donde la gente se siente intranquila. Al priista le falta un largo tramo por recorrer, pero está siendo valiente al señalar y al hablar de lo que verdaderamente importa.

yomariocaballero@gmail.com

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